jueves, 10 de marzo de 2011

                                                        Cierro los ojos y pienso que me hundiré para siempre.
Respiro, es el momento de hacerlo. Vacío la mente de monstruos que vienen a ella.
El sol parece despedirse de mí calentando mi cara, en breve huiré de él.
Buscó la oscuridad con rítmicos movimientos que me alejan de todo.
Duele. Pecho, frente, ojos. Todo duele.
Oscuro y frío como mi futuro tal vez. Vertical, inmóvil, dejo que el peso me arrastre.
Sigo el hilo guía y alcanzo el final (no mi final), asciendo por el túnel de miedo         hasta              el sol.

1 comentario:

  1. Hola...

    Bueno, me parece un blog muy interesante...Os recomiendo las lecturas del filósofo Michel Foucault. El autor hace referencia a distintos modos de castigo, muy interesante, cada forma de castigoo se adapta a un tipo de sociedad: la guillotina era considerada como la más deseada entre las penas. ¿Curioso no? Ya os iré comentando vuestras ideas...Bajo mi punto de vista, la pena de muerte no puede ser aceptada desde la ética: básicamente por dos motivos, por el derecho a la vida y por ser una pena irreversible. Comparto las tesis de que hay personas en este mundo muy malas, aunque también soy conciente de que todos los humanos tenemos derecho a una atención sanitaria. Atentamente, SERGI PASCUAL TUR

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