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Cientos de agentes antidisturbios intentan acabar con el motín de decenas de presos salafistas que permanecían en la azotea de la cárcel de Salé, junto a Rabat, según constató Efe en el lugar.
Unos 300 efectivos de distintos cuerpos de la seguridad, principalmente las parapoliciales Fuerzas Auxiliares, entraron en la prisión fuertemente equipados, y se pudo escuchar una explosión desde fuera de la cárcel.
Un preso desde el interior de la cárcel, Mohamed Bihani, explicó por teléfono que los policías utilizan material antidisturbios así como perros, y que suben a la azotea para desalojar a los reclusos que continúan en ella.
Mientras tanto, fuera de la prisión, familiares de los presos se aglutinan junto a la entrada y lanzan gritos de "Allahu akbar" (Dios es grande).
Un autobús con más agentes antidisturbios permanece a la espera, mientras que dos camiones con cañones de agua a presión han entrado en la penitenciaría.
Previamente, el máximo responsable de la política penitenciaria en Marruecos, Hafid Benhachem, había negociado con representantes de los presos salafistas, según dijo uno de los reclusos presentes en la reunión.
La intervención por la fuerza hace presumir que las negociaciones han fracasado, si bien no existe confirmación oficial sobre este extremo.
Según señaló el recluso presente en la reunión con las autoridades, Benhachem centró la negociación en un solo punto: el cese inmediato de la protesta y que los presos abandonen la azotea.
Sin embargo, los islamistas se negaron y pidieron la intermediación de organizaciones de defensa de los derechos humanos.